Las Metodologías Ágiles son un conjunto de prácticas de gestión de proyectos y desarrollo de software que siguen los principios del Manifiesto Ágil desarrollado en 2001. Se fragmentan el trabajo en pequeñas porciones manejables llamadas "iteraciones" o "sprints". A diferencia de las metodologías tradicionales que tratan de planificar todo el proyecto desde el inicio, las metodologías ágiles se centran en la flexibilidad y la colaboración, con trabajo en equipo, interacción con los clientes y respuesta a los cambios.
Estos métodos llevan acabo el desarrollo de los proyectos en ciclos cortos de trabajo, permitiendo una retroalimentación instantánea y la posibilidad de adaptarse a cambios rápidos. Esto es una respuesta a las limitaciones de las metodologías de desarrollo de software tradicionales que a menudo son inflexibles y frágiles ante cambios inesperados. Estas metodologías promueven la colaboración cercana entre el equipo de desarrollo y los interesados, comunicación constante y entregas claras y coherentes.
Las Metodologías Ágiles son especialmente importantes en entornos de rápida evolución donde los requisitos pueden cambiar con frecuencia. Proporcionan un marco que permite a los equipos de proyectos ser adaptativos, entregar soluciones de alta calidad y al mismo tiempo ser eficientes. Cada iteración proporciona valor a los clientes de forma rápida y continua, lo que permite a los equipos de proyecto aprender y adaptarse a medida que el proyecto avanza.